Cuando empecé a coser, enseguida se me vino a la mente hacer delantales. O mejor dicho, mandiles, como los llamaba mi abuela Carmela. Los hago porque siempre se los vi llevar a ella, no sólo para cocinar, era lo primero que se ponía cuando volvía de la calle. Los tenía casi siempre detrás de la puerta de la cocina o colgados junto a la talega del pan. Dos o tres veces al año compraba unos retalitos de algodón y se hacía con su Singer toda una colección. Yo también los hago, pero no sólo de algodón, sino también de lino con la intención de gratificarles y homenajear a esta prenda bondadosa que tantos recuerdos me trae.
Ah, sí, el lino se arruga pero la arruga del lino es bella, como las de las abuelas.
Aquí os muestro algunos modelos que hago por encargo.
Si tenéis alguna duda que me queráis plantear con respecto a estos modelos de mandiles u otros que os gustaría tener, pues me escribís a teladcosas@yahoo.es.
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